sábado, 12 de abril de 2014

Francisquismo teológico

La Gregoriana y sus quasi-anejos el Bíblico y el Oriental, tres admirables instituciones vueltas preocupantes, problemáticas y contaminantes. Todo el que ha pasado por ellas ha salido 'tocado', no por la gracia, sino por la sombra de aquello que el bueno de San Pio X creía conjurar cuando instituyó el Pontificio Instituto Bíblico, entonces fortaleza contra las embestidas de los enemigos, hoy baluarte rendido a ellos. Tres dolores en el alma de la Iglesia, sin sanación constatable actualmente. Y, según el discurso de PP Franciscus, el mal va a seguir lo mismo:


Discurso del Santo Padre a la Pontificia Universidad Gregoriana, del Pontificio Instituto Bí­blico y del Pontificio Instituto Oriental

"...se desarrolle la colaboración y las sinergías, custodiando la memoria histórica y al mismo tiempo haciéndose cargo del presente y mirando al futuro, con creatividad e imaginación, buscando tener una visión global de la situación y de los desafíos actuales y un modo compartido de afrontarlas, encontrando nuevos caminos(...) ocasión de crecimiento en la fe y de apertura de la mente y del corazón al horizonte de la catolicidad. Dentro de este horizonte la dialéctica entre el 'centro' y las 'periferias' asume una forma propia, la forma evangélica, según la lógica de un Dios que llega al centro partiendo desde la periferia para llegar a la periferia.

(...) es uno de los desafíos de nuestro tiempo: transmitir el saber y ofrecer una llave de comprensión vital, y no un cúmulo de nociones no relacionadas entre ellas. Es necesaria una verdadera hermenéutica evangélica para entender mejor la vida, el mundo, los hombres, no de una síntesis sino de una atmósfera espiritual de búsqueda y de certeza basada en las verdades de la razón y la fe.
La filosofía y la teología permiten obtener las convicciones que estructuran y fortifican la inteligencia e iluminan la voluntad... pero todo esto es fecundo si se realiza con la mente abierta y de rodillas. El teólogo que se complace de su pensamiento completo y concluido es un mediocre. El buen teólogo y filósofo tiene un pensamiento incompleto, siempre abierto al maius de Dios y a la verdad, siempre en desarrollo, según aquella ley que San Vicente de Lerins describe así: «Annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate» (Se consolida con los años, se dilata con el tiempo, se profundiza con la edad). El teólogo que no reza y que no adora a Dios acaba hundido en el más disgustoso narcisismo."
(En Zenith)

La buena cita de San Vicente de Leríns tiene toda la apariencia de un estrambote puesto con toda su buena intención (por algún secretario de Su Santidad?), para ilustrar con algún verbo santo y sensato la verborrea, tan común y repetida, de la alocución (aunque no sea la mejor entre las posibles y seleccionables citas del Commonitorium).

La que se declara 'lógica' del divino advenimiento "...que llega al centro partiendo desde la periferia para llegar a la periferia", o no está bien traducido, o no es lógica (ni mucho menos divina). Con PP Franciscus parece que nos vamos acostumbrado a estos circunloquios de rara hechura teológica, y hay que estar en guardia, vigilantes para que no nos habituemos a ello: Cavete!

Lo de "...creatividad e imaginación, buscando tener una visión global de la situación y de los desafíos actuales y un modo compartido de afrontarlas, encontrando nuevos caminos", es más de lo mismo, de lo mismo que se dijo de tantas formas, con tantas variantes, pero lo mismo, desde aquella gran proclamación del 'aggiornamento'. Con el agravante de que dicho ahora, cincuenta desastrosos años después, suena a empecinamiento contumaz, quasi protervo. O a efecto de la ceguera incapacitante que repite consignas y frases hechas porque no hay más luz para alumbrar más.

En vez de todos estos lugares comunes post-conciliares, lo pertinente hubiera sido un examen con mea culpa y protesta de conversión de esta muy mala 'intelectualidad católica'.

Pero no. Todo va a seguir igual, todo en manos de la decadente y degenerada Societas Iesu y sus degenerados y decadentes gestores, los émulos y epígonos de aquellos que extraviaron el concilio y minaron a la Iglesia.

"...Custos, quid de nocte ?"


+T.